Aunque hemos avanzado en el reconocimiento de derechos y eliminación de barreras de las personas con discapacidad, aún tenemos un largo camino por recorrer.

Al menos así lo afirma un reciente estudio de UNICEF titulado “Estudio sobre la situación de los niños y las niñas con discapacidad en España”. En el colectivo de niños y niñas con discapacidad podemos incluir a todas aquellas personas menores con deficiencias tanto físicas como intelectuales. Estos niños y niñas deben disfrutar de los mismos derechos que el resto, y para ello debemos empezar por ser respetuosos nosotros mismos para enseñar este valor a nuestros hijos e hijas. ¡Si lo hacemos desde bien pequeños, contribuiremos a su desarrollo de capacidades como la empatía o la conciencia social!

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Inclusión en lugar de exclusión

No olvidemos que más de mil millones de personas (que representan cerca del 15% de la población mundial) viven con algún tipo de discapacidad según la UNESCO. Los niños y niñas con discapacidad constituyen un grupo social especialmente vulnerable en diferentes ámbitos de sus vidas. Para contribuir a que sean respetados en igualdad de condiciones, lo primero que tenemos que hacer es aprender a tratarles con normalidad, cercanía, y calidez, como a cualquier otra persona.

Esto no implica pretender que realicen las mismas actividades en su vida diaria que harían el resto de niños y niñas de su edad, puesto que pueden sufrir limitaciones para ello, sino entender esas limitaciones para poder impulsar iniciativas incluyentes como las que recomiendan desde  Handicap International y eliminar las barreras que les impiden su participación plena en la relación con el resto de niños y niñas de su entorno.

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Por ejemplo, imagina que al cumpleaños de nuestro hijo o hija acude como persona invitada a un amigo o amiga que sufre discapacidad. Podemos intentar proponer juegos en los que todos y todas los pequeños estén en igualdad de condiciones. Imagina que quieren jugar al fútbol y el niño o niña con discapacidad se encuentra en una silla de ruedas. ¡Se trata solo de ponerles en el lugar del otro! Juguemos a poner límites físicos al resto del grupo, como atarles los pies en parejas o las manos tras la espalda. De esta manera entenderán cómo es vivir con una limitación física, y el juego será incluso más divertido al mismo tiempo que el pequeño o pequeña con discapacidad no se siente en una situación de desigualdad.

La idea es promover la cooperación, la participación y la autoestima de todos los niños y niñas del grupo, sea cual sea su diferencia. ¡Que por un momento se olviden de ella!

Todos los niños y niñas son diferentes

Enseña a tu hijo o hija que todos los niños y niñas son diferentes. Todos tenemos diferentes habilidades y limitaciones, y tenemos que respetar a otros igual que a nosotros nos gusta ser respetados y respetadas. No es nada del otro mundo, ¿no?

Es importante que toda la familia sea activa en la inclusión de niños y niñas con discapacidades, practicando la paciencia, la tolerancia y la sensibilidad hacia todas las culturas y todas las diferencias. La manera de hacerlo es convirtiéndonos en un ejemplo a imitar, aprobando los comportamientos incluyentes y respetuosos y reprobando aquellos que muestran algún tipo de discriminación hacia las personas con discapacidad.

La reprobación social de este tipo de comportamientos es la mejor arma para terminar con ellos. ¡Contribuye a erradicarlos!

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