La mejor forma de conservar nuestro planeta es educando en el respeto al medio ambiente a las nuevas generaciones. Una opción es organizando dinámicas en las que se enseñe a conservar la naturaleza realizando actividades lúdicas. Así, se potencian, además, otros valores, como la solidaridad o la justicia.
En este artículo te proponemos tres dinámicas de grupo para la educación medioambiental: "Tejiendo el ecosistema", "¿Qué sabes de la ropa que llevas?" y "Planeta finito". ¿Empezamos?
Tejiendo el ecosistema
En esta actividad se trata de aprender la interconexión de todos los elementos de un ecosistema: si se daña uno de ellos, por muy pequeño que sea, se daña todo el conjunto.
Cada participante tiene que elegir un elemento de un mismo ecosistema. Puede ser un animal, una planta o un elemento inorgánico, como el agua o la tierra. Es aconsejable que sea un ecosistema conocido por todos y todas y, si puede ser, cercano. Después, con un ovillo de lana, se van uniendo los elementos según la relación directa que tengan. Por ejemplo, el agua con la hierba y esta con un animal que se alimente de ella.
Para mostrar el desequilibrio ecológico, metáfora del daño o desaparición de uno de los elementos, la persona que lo representa soltará el hilo de lana y, por tanto, la unión del resto no quedará tan resistente. ¿Qué te parece la idea subyacente a esta actividad?
¿Qué sabes de la ropa que llevas?
El objetivo es concienciar a los y las participantes para que traten de consumir de forma responsable, en especial, cuando se trata de ropa. La idea es que cada cual compruebe, en las etiquetas de la ropa que lleva en ese momento, dónde está fabricada. Después, se señala en un mapa del mundo los países donde se ha fabricado.
Lo habitual es que la mayoría de la ropa esté fabricada en los países del sur, países en vías de desarrollo. Tras esta comprobación, se debe comenzar un debate haciéndonos preguntas sobre ello: ¿por qué se fabrica allí la ropa? o ¿cuántos kilómetros recorre y cuál es su coste medioambiental (cuánto petróleo se necesita para traerla)?
Este ejercicio se puede hacer con otros bienes de consumo, como comida (poniendo especial atención a los productos que se producen de forma local y se importan de países lejanos), juguetes, dispositivos electrónicos, etc. ¡Te sorprenderá lo que vas a descubrir!
Planeta finito
Se trata de concienciar sobre la limitación de recursos del planeta, tanto para las generaciones actuales como para las venideras.
La actividad se debe preparar previamente por parte la persona dinamizadora. Hay que situar un alimento, preferiblemente seco y que no manche (aconsejamos legumbres o algún tipo de pasta, como macarrones), por toda la sala o por el espacio donde se vaya a realizar la actividad. Algunos estarán bien visibles y, otros, más o menos escondidos.
Se divide a los y las participantes en cuatro grupos. Por orden y con un tiempo limitado (con unos segundos basta), se pide a cada grupo que recoja alimentos para su supervivencia. Lógicamente, para el último grupo no será tan fácil obtener esos recursos vitales.
Al acabar el tiempo, una vez que los cuatro grupos han recogido los alimentos, se les explica la metáfora. Los alimentos son los recursos que necesita el ser humano para vivir, que también incluyen agua, energía o ropa.
El espacio donde se desarrolla la actividad es el planeta. Y ellos han sido cuatro generaciones de la población. Cada una de ellas ha ido restando recursos a las siguientes. La última, sin duda, lo ha tenido más difícil.
De este modo, se debe alentar un debate partiendo de lo que han pensado y sentido mientras era su turno: quizá el primer grupo lo ha tenido más fácil y el último no ha conseguido suficientes recursos para vivir. ¿Qué pasará, entonces, con las siguientes generaciones, si se acaban los recursos?
También es conveniente resaltar que, en los países más desarrollados, antes de que acabe el año, ya hemos gastado más recursos de los que ofrece el planeta y, por tanto, no estamos viviendo de forma sostenible.
Con actividades en grupo como estas que te hemos planteado hoy (y muchas otras que encontrarás en libros y blogs especializados), concienciar a los y las jóvenes del cuidado del medio ambiente es fácil y divertido. Está en nuestras manos la salud del planeta, y somos sus habitantes quienes tenemos el deber de cuidarlo, pero el futuro es de quienes vendrán. ¿Vamos a seguir de brazos cruzados?