La discriminación racial sigue siendo una realidad en nuestras sociedades. Afecta el acceso a derechos fundamentales, perpetúa la desigualdad social y económica, y limita las oportunidades de millones de personas, especialmente en los colectivos vulnerables.

Para erradicarla, primero hay que reconocerla en todas sus formas y actuar colectivamente para combatirla.

Aunque pueda manifestarse de manera abierta y violenta, muchas veces la discriminación se presenta de forma sutil, casi invisible: en un currículum descartado por el nombre, en una vivienda que no se alquila por el color de piel del inquilino, en un control policial sin justificación.

Estas prácticas vulneran el derecho a la igualdad y socavan los principios básicos de los derechos humanos.

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Tipos de discriminación racial

La discriminación no solo ocurre a nivel individual. También está presente en las instituciones, en las leyes, en las políticas públicas y en los discursos mediáticos. Por eso, es importante identificar sus diferentes niveles:

Discriminación estructural

Es aquella que está integrada en los sistemas y normas sociales, muchas veces sin ser explícita. Afecta al acceso a la vivienda, a la sanidad, a la educación o al mercado laboral, perpetuando la desigualdad económica entre grupos sociales por razones de origen o etnia.

Discriminación institucional

Ocurre dentro de instituciones públicas y privadas, como la policía, la escuela o los servicios sanitarios, cuando sus políticas o prácticas tratan de manera desigual a personas por su raza u origen, con o sin una intención deliberada.

Discriminación interpersonal

Es la que se da entre personas, en la calle, el trabajo, la escuela o cualquier otro espacio, a través de gestos, comentarios o insultos, actitudes o decisiones basadas en prejuicios raciales.

Discriminación interiorizada

Se produce cuando las propias personas racializadas asumen los estereotipos negativos que la sociedad les impone, lo que afecta a su autoestima, confianza y expectativas vitales, limitando sus posibilidades y desarrollo.

 

Las consecuencias de la discriminación racial: de la desigualdad económica a la exclusión social

La desigualdad económica es una de las consecuencias más graves del racismo. Muchas personas racializadas tienen menos posibilidades de conseguir empleo, acceder a una vivienda digna o recibir una educación de calidad. Esto crea un círculo vicioso de pobreza y exclusión que es difícil romper si no se abordan las raíces del problema.

La discriminación también afecta la participación política, el acceso a la justicia y la representación en los medios y en los espacios de poder. En definitiva, limita el ejercicio pleno de la ciudadanía.

 

Impacto de la discriminación racial

La discriminación racial impide que muchas personas accedan en igualdad de condiciones a derechos fundamentales. No se trata solo de ofensas individuales: sus consecuencias son profundas y afectan al conjunto de la sociedad.

  • Acceso desigual al empleo: La tasa de desempleo entre personas racializadas es sistemáticamente más alta.
  • Segregación educativa: Muchos niños y niñas de origen migrante o racializado se concentran en centros con menos recursos o con estigmas sociales.
  • Discriminación en la vivienda: La exclusión del mercado de alquiler o la vivienda digna es frecuente.
  • Perfiles raciales en seguridad: Las personas racializadas tienen más posibilidades de ser detenidas o identificadas por la policía sin razón aparente
  • Violencia y acoso por motivos raciales: Muchas personas racializadas sufren agresiones físicas, insultos, humillaciones o violencia psicológica en distintos entornos, desde la calle hasta el trabajo o la escuela.

Estos impactos perpetúan la exclusión y hacen más difícil la inclusión social de comunidades enteras.

 

¿Cómo podemos combatir la discriminación racial?

Para avanzar hacia una sociedad más justa, es necesario promover la igualdad y equidad en todos los ámbitos. Estas son algunas acciones concretas que podemos asumir como ciudadanía:

  • Reconocer nuestros propios privilegios y prejuicios, formarnos en el tema y cuestionar los estereotipos raciales que hemos aprendido.
  • Denunciar la discriminación cuando la presenciamos, ya sea en el entorno laboral, educativo o en la calle.
  • Apoyar políticas públicas inclusivas, que garanticen los derechos de todos, sin importar su origen.
  • Visibilizar y amplificar las voces de las personas racializadas en todos los espacios.
  • Educar en igualdad, desde la infancia, para que las próximas generaciones crezcan en un entorno más justo y respetuoso.

 

Qué entendemos por derecho a la igualdad

El derecho a la igualdad significa que todas las personas deben poder vivir sin ser discriminadas por su raza, etnia, nacionalidad o cualquier otra característica personal. Es un principio recogido en tratados internacionales, pero su aplicación real sigue siendo una tarea pendiente.

Para que este derecho se materialice, es necesario aplicar medidas que garanticen no solo el mismo trato, sino también igualdad y equidad: acciones que tengan en cuenta las desventajas históricas y actuales que sufren ciertos grupos, y que ofrezcan recursos proporcionales para superar esas barreras.

 

Lo que hacemos desde Oxfam Intermón

Desde Oxfam Intermón trabajamos para erradicar las desigualdades que generan pobreza y exclusión. Luchamos por una sociedad en la que todas las personas puedan ejercer sus derechos sin sufrir discriminación.

Denunciamos las políticas que perpetúan la exclusión y promovemos la participación activa de los colectivos racializados.

Uno de los ámbitos en los que esta lucha es especialmente urgente es el de las políticas de migración y asilo.

Muchas de las personas que llegan a nuestras fronteras huyendo de la violencia, la pobreza o el cambio climático se enfrentan a un sistema injusto, que las trata con recelo y las priva de derechos fundamentales.

Firma por una política de asilo y migración justa.

 

Qué puedes hacer tú para educar en la igualdad

Combatir la discriminación racial no es solo responsabilidad de las instituciones. También es un deber colectivo. Desde tu posición, puedes contribuir a un cambio real:

  • Infórmate sobre cómo opera el racismo, incluso en sus formas más sutiles.
  • Escucha y respeta las experiencias de las personas que lo sufren directamente.
  • Denuncia comportamientos y prácticas discriminatorias, aunque no te afecten personalmente.
  • Apoya iniciativas antirracistas que defienden los derechos de los colectivos vulnerables.
  • Educa desde la empatía y el respeto a la diversidad, en casa, en el trabajo y en la escuela.

 

Compromiso con la justicia racial

La lucha contra la discriminación racial es una responsabilidad de todos. No podemos seguir mirando hacia otro lado cuando millones de personas viven realidades marcadas por la exclusión y el desprecio.

Desde Oxfam Intermón te invitamos a dar un paso más. Sumarte a quienes defienden una sociedad en la que la igualdad no sea una promesa, sino una realidad para todas las personas, sin excepciones.