Hoy hace 4 años que Sudán del Sur pasó a ser un Estado independiente oficialmente y se convirtió así en el país más joven del mundo. Le costó décadas de guerra y sufrimiento.
Tuve la oportunidad de ir a visitarlo hace un mes. Es un país con un territorio similar al de Francia y una población estimada de más de 11,5 millones (sin tener censo oficial). Un país rico en etnias: dinkas, nuer y 52 más. Un país con petróleo, oro, mercurio, etc., atravesado por el Nilo blanco y con el pantano Suud, uno de los mayores del mundo. Un país con millones de vacas ¡más de 30! -el segundo país con más vacas después de la India- Estas riquezas son a la vez su maldición.
Crisis humanitaria sin precedentes
El país está sumido en una grave crisis humanitaria. La guerra civil, los conflictos étnicos, crisis económica, hambre y ahora recientemente brotes de cólera. Mientras estuve allí se notaba el deterioro a diario.
La alegría y esperanza de construir un nuevo país, libre y desarrollado se truncaron a penas a los dos años de la independencia. En diciembre de 2013, estalló el conflicto interno. Se iniciaron los enfrentamientos en Juba, la capital, entre los miembros de la Guardia Presidencial y el Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (más conocido por sus siglas SPLA). En las semanas siguientes, la violencia se extendió por las regiones de Jonglei, Unity y Alto Nilo.
Estas regiones siguen ocupadas por la oposición y es donde se ha recrudecido el combate. No las pude ir a visitar porque estaban evacuando al personal humanitario, lo que significa que miles de personas se quedaban sin acceso a una ayuda desesperadamente necesaria.
Desde que se inició el conflicto, más de 2 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares para salvar su vida. La mayoría, más de 1,5 millones, se han desplazado en el interior del país a zonas más seguras, donde la población local les acoge, o han buscado protección en las bases de Naciones Unidas. Además, más de medio millón de sur sudaneses se han refugiado en Etiopía, Sudán, Uganda y Kenia, poniendo más presión a los limitados recursos en estos países, lo que tiene un efecto desestabilizador en toda la región.
La guerra y el desplazamiento ha provocado además una alarmante situación alimentaria. Cerca de 8 millones de personas, dos tercios de la población, sufren de inseguridad alimentaria y se calcula que casi 4 millones pasan hambre. Conocí muchas familias que no pueden comer a diario, la mayoría recurre a hojas silvestres para alimentarse, otras miles dependen de las raciones mensuales del Programa Mundial de Alimentos, y la situación sigue empeorando.
Lo que más impresiona es la fuerza y energía de su gente. A pesar de los pesares son alegres y acogedores. Los habitantes de Sudán del Sur han demostrado un valor increíble para afrontar situaciones extremas y ahora están sufriendo el resultado de una crisis que está totalmente fuera de su control.
En 2015, la Comisión Europea ha destinado 120,5 millones de euros para proporcionar ayuda humanitaria para Sudán del Sur y los países vecinos afectados por la crisis. Desde Oxfam, estamos apoyando actualmente a más de 690.000 personas con ayuda humanitaria, incluyendo instalaciones de agua potable, letrinas, promoción de higiene, distribución alimentos, combustible, así como ayudas de ingresos para las familias de más bajos recursos.
Más que nada, Sudán del Sur necesita poner fin a los combates. Por este motivo, Oxfam, junto la Unión Europea instan a encontrar una solución política para establecer la paz. Hacemos un llamamiento a todas las partes en conflicto para poner fin de inmediato a los combates y evitar que cientos de miles de personas se hundan en una crisis aún peor.
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