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Muchas personas relacionan las dinámicas de grupo con los procesos de selección que llevan a cabo las empresas para elegir a sus trabajadores y trabajadoras. Pero no es el único ámbito en el que podemos ponerlas en práctica.
Así, el ritmo diario al que solemos estar sometidos a veces hace que nos olvidemos de la importancia de cuidarnos y de cuidar las relaciones que tejemos con las personas de nuestro alrededor. ¿Estás de acuerdo?
Es cierto que es uno de los ámbitos donde más se utiliza esta técnica, pero se puede usar en otros entornos, como la educación, el tratamiento de problemas psicológicos o, simplemente, en actividades para mejorar la autoestima, ponerse en el lugar de los demás o en la resolución de conflictos, ya sean laborales, familiares o de otro tipo.
Por tanto, conocer qué son las dinámicas de grupo, saber cómo funcionan y tener las herramientas básicas para ponerlas en práctica puede sernos muy útil. Seguro que, de un modo u otro, podrás aplicarlo para mejorar tu relación con quienes te rodean y también contigo. ¿Quieres saber cómo?
En general, las dinámicas de grupo tienen como finalidad dos objetivos: retirar la máscara que nos solemos colocar para no mostrar nuestra verdadera personalidad o ponerse en el lugar de otra persona para comprenderla y, de este modo, poder solucionar los conflictos que estén dificultando nuestra relación con ella.
Consideraciones previas
Antes de implementar una dinámica de grupo debemos plantearnos una serie de cuestiones. Podemos empezar por las siguientes:
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- Cuál es el objetivo. Es decir, qué se pretende conseguir con ese trabajo grupal. Dependiendo de los objetivos, elegiremos una u otra dinámica.
- Preparación. Del material y, sobre todo, del tiempo. Es aconsejable que el desarrollo de este tipo de actividades tenga un tiempo límite.
- Medición de los resultados. No siempre son necesarios parámetros numéricos o de cantidad. En muchas ocasiones lo importante es la calidad, los cambios interiores que se han producido en cada participante.
Algunos consejos antes de empezar
Para que la actividad sea lo más productiva posible y conseguir los mejores resultados, puedes empezar teniendo en cuenta estos consejos:
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- Desinhibición. Las personas que participen deben dejarse llevar y participar en el desarrollo de una forma lúdica. En cierto modo, tienen que estar dispuestas a jugar.
- Argumentación. Jugar no significa que no hagamos las cosas de forma consciente. Sobre todo, en las dinámicas que se basan en el debate o la conversación es esencial presentar las ideas con argumentos y tratar de explicar el propio punto de vista de la forma más clara posible. De hecho, en muchas dinámicas se trata precisamente de comprender las opiniones ajenas, adaptar las nuestras y llegar a un acuerdo entre todos y todas.
- Creatividad. A veces, la solución de un problema se encuentra en una visión nueva, en un punto de vista original. No se debe coartar la creatividad de los participantes. Es mejor desechar ideas que pueden parecer locas en un primer momento a no valorarlas porque no se han expresado en público.
- Respeto. A las personas participantes y a la que modere u organice la dinámica, si la hay. El respeto a las ideas y los comportamientos ajenos es imprescindible para llevar a cabo este tipo de actividades.
Tipos de dinámicas
Lluvia de ideas
También llamada brainstorming. Se suele llevar a cabo cuando se necesitan ideas frescas para resolver nuevos problemas o conflictos. Hay que tener en cuenta algunas reglas para que la lluvia de ideas produzca buenos resultados. ¡Toma nota!
- No censurar ninguna idea, por muy excéntrica que sea.
- Apuntar todas las ideas y escuchar a cada participante.
- Elegir, entre todos y todas, las más adecuadas al caso.
- Debatir cómo mejorar las elegidas y pensar cómo se podrían implementar de forma óptima.
Debate
Puede organizarse sobre un tema que necesite solución en el grupo o, simplemente, como ejercicio para mejorar las relaciones grupales.
Se divide el grupo en dos equipos que deberán defender ideas opuestas. Durante unos minutos, cada grupo discutirá su estrategia. Después, habitualmente a través de un/a portavoz, se debatirá sobre las dos posiciones encontradas.
Finalmente, se hablará sobre qué se ha aprendido en la dinámica. ¿Comprendemos el punto de vista del/la oponente? ¿Nos han convencido, aunque solo sea en parte? ¿Seríamos capaces de defender la otra posición? ¿Nos pueden servir los argumentos de la otra persona para debatir sobre otros temas?
Juego de roles
Se trata de intercambiar los roles para tratar de comprender un punto de vista diferente al nuestro. O bien asignar ciertos roles para comprender mejor un problema y, entre todos y todas, llegar a la solución. Este juego es aconsejable en grupos donde han surgido conflictos. Una opción es idear una situación imaginaria que funcione como metáfora del conflicto.
Así, se asignará un rol a cada miembro del grupo y se planteará la situación. A partir de ahí, los y las participantes deberán actuar como si el caso fuera real.
Los beneficios de esta dinámica se consiguen sobre todo después de la representación. Es el momento de hablar acerca de cómo se ha sentido cada cual en su rol y qué ha aprendido al ponerse en la situación de otra persona. En general, cada persona posee unas opiniones y unas circunstancias que hay que tratar de comprender por muy diferentes que sean a las nuestras.
¿Qué te han parecido estas propuestas de dinámicas? ¿Conoces otras que refuercen otros valores o has participado en una de ellas? ¡Cuéntanos tu experiencia!
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