La desigualdad conduce a más desigualdad. Por un lado, los más poderosos alimentan su poder y concentran riqueza y recursos. Por el otro, las personas en situación de pobreza reducen sus posibilidades de mejorar y salir de ella. Ante esto, ¿cuál debe ser nuestro papel?
En España, el 27% de la población está en riesgo de pobreza o exclusión. Una de cada cuatro personas. Más de 12 millones de habitantes. Esto significa que todas estas personas no cuentan con los recursos suficientes para poder desarrollarse en libertad, acceder a un trabajo digno, a una vivienda, a una alimentación adecuada o a la educación de sus hijos e hijas. Además, comienza a suceder en España algo que antes no era concebible de un país desarrollado; el empleo no es una garantía frente a la vulnerabilidad social. Es decir, un 11,7% de la población tiene trabajo y sin embargo están en situación de pobreza porque su trabajo es precario y su salario no llega a los mínimos necesarios para una vida digna. ¿Actuamos?
La desigualdad económica favorece también la desigualdad educativa y de género, por tanto, mujeres, niños y niñas son sus primeras víctimas. La brecha entre ricos y pobres cada día es mayor, incluso en países como el nuestro. En 2016 el 1% más rico de la población podría acaparar más riqueza que el 99% restante, y las 10 personas más ricas del mundo tardarían unos 200 años en gastar su patrimonio, mientras que hay personas que viven con lo mínimo. ¡No dejemos pasar un día más!
Las medidas contra la desigualdad extrema
Por todos estos motivos, la lucha contra la desigualdad se vuelve una prioridad en la agenda social. Como ciudadanos y ciudadanas debemos presionar a nuestro gobierno para que se comprometa a implantar un sistema fiscal más justo, donde los que tienen más de verdad aporten más. Y no solo a nuestro gobierno, sino a todos los líderes mundiales, porque en el mundo globalizado en que vivimos, todo lo que nos ocurre se ve influenciado por las políticas globales más allá de nuestro Estado (UE, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, ONU…). ¡Tan lejos que parece y tan cerca que lo tenemos!
Otra medida posible tiene que ver con la instauración de políticas económicas orientadas a reducir la desigualdad de género. Hemos avanzado mucho en este terreno, pero todavía nos queda camino. En España, las mujeres siguen ganando menos que los hombres por un trabajo en las mismas condiciones y ocupando menos puestos de responsabilidad en todos los ámbitos, eso cuando tienen la oportunidad de participar en el mercado laboral. Según Oxfam Intermón, al ritmo actual serán necesarios 75 años para que las mujeres perciban el mismo salario que los hombres. ¿Dejaremos esta estadística como legado a las generaciones que nos siguen?
Debemos también exigir a nuestro gobierno que redistribuya el gasto público para favorecer a los que más lo necesitan. Estamos perdiendo derechos adquiridos como la sanidad pública y la educación universal, lo que ocasiona que solo los que pueden pagarlo reciban una buena educación o buenos cuidados sanitarios. ¿Dónde quedó aquello por lo que tanto luchamos y que casi habíamos conseguido?
¿Qué puedes hacer tú?
La lucha contra la desigualdad en España pasa por unas políticas más justas y un Gobierno concienciado. Por un lado, tienes tu voto para hacer presión y elegir grupos políticos acordes con estas ideas. ¡Ahora es el momento!
Por otro lado, con tu firma, puedes unirte a la campaña IGUALES de Oxfam Intermón. En esta campaña se pide a los líderes mundiales que trabajen al servicio de la ciudadanía para garantizar un mundo más justo y acabar con la desigualdad extrema. Es otra manera de ejercer presión para que los gobiernos entiendan que acabar con la injusticia debe ser una de sus prioridades. ¡Pongamos fin a las cifras, estadísticas y pronósticos que nos alejan de una sociedad justa y equitativa. ¡Démosle la vuelta a esta realidad desde hoy mismo!