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Los alimentos y productos orgánicos son todos aquellos que se cultivan, crían y procesan de forma natural, es decir, sin el uso de químicos, fertilizantes, aditivos o conservantes en cualquiera de sus etapas de fabricación.
Sin embargo, como sucede con muchas otras cosas, no todo lo que se dice sobre lo orgánico es completamente cierto, aunque sin duda representa una alternativa de consumo saludable y respetuosa con el medioambiente.
Si te preocupa dar a tu familia lo mejor, que coman y consuman productos que no dañen el entorno y que, además, posean ese sabor inigualable de lo natural, has llegado al post indicado para descubrir las 5 verdades (y los 5 mitos) más extendidos sobre los productos orgánicos. ¿Te apetece descubrirlos?
5 verdades y mitos sobre productos orgánicos
1. Son saludables
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La realidad: indudablemente, los alimentos cultivados sin aditivos, pesticidas artificiales o productos químicos de origen industrial son más naturales que otros que no cumplan con estas características. Según varios estudios publicados recientemente, como el que apareció hace unos meses en el British Journal of Nutrition, los alimentos orgánicos no sólo poseen menores cantidades de residuos de pesticidas sino que también pueden ser hasta un 70 por ciento más ricos en antioxidantes que los no orgánicos.
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El mito: «Al no tratarse con productos químicos, los alimentos orgánicos suponen mayores riesgos para la salud y, además, tienen menor calidad».
Que no contengan residuos tóxicos, estén elaborados de manera natural y sin aditivos ni pesticidas, no significa que los alimentos y los productos orgánicos se produzcan sin seguir estándares de calidad o que no estén regulados.
Aparte, los productos orgánicos están regulados por la Unión Europea, órgano que emite un sello que identifica los productos de agricultura ecológica y que va siempre acompañado de un segundo sello del organismo certificador del país de origen.
2. No están modificados genéticamente
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La realidad: los productos orgánicos no pueden ser modificados genéticamente. La modificación genética de los alimentos mediante procesos industriales y artificiales puede causar graves perjuicios al medioambiente, afectando además la salud de las personas.
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El mito: «Los productos orgánicos también están ‘modificados’ genéticamente, pues cualquier organismo está sujeto a evolución».
Efectivamente, que los alimentos (y todos los productos) denominados orgánicos no se modifiquen genéticamente es relativamente cierto ya que, como todos los organismos y las especies, su estructura genética también sufre cambios con el tiempo, aunque en este caso es de manera natural.
Es decir, su modificación responde a necesidades evolutivas y de supervivencia y no está motivada por intereses comerciales ni humanos de ningún tipo: se trata de una modificación extremadamente lenta y completamente natural, como ha sido desde el inicio de la vida en el planeta y sus ciclos temporales.
3. No contienen antibióticos
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La realidad: especialmente los productos de origen animal, no contienen residuos de antibióticos ni otros medicamentos que habitualmente se proporcionan al ganado para acrecentar su productividad y hacerlo más resistente al envejecimiento y el desgaste.
El mito: «Pobres animales: ¡les dejan sufrir sin tratarlos con medicamentos!».
Los animales de ganadería ecológica no se tratan con antibióticos, pero eso no significa que estén médicamente desatendidos. La asistencia veterinaria se realiza con el máximo respeto y sumo cuidado por los procesos naturales de sanación. En ella se emplean productos inocuos tanto para el bienestar de los animales como para el consumo humano. En la normativa que regula la ganadería ecológica se especifican, entre otras cuestiones, qué tratamientos y qué medicamentos se pueden emplear, y cuáles (como los antibióticos) están completamente prohibidos.
4. Son respetuosos con el medio ambiente
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La realidad: al no emplear productos químicos, la agricultura y la ganadería ecológica (de donde proceden los productos orgánicos) no contamina con productos artificiales el medioambiente y, por tanto, favorece su conservación.
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El mito: «No todos los abonos y pesticidas naturales son inofensivos para el medio ambiente: los purines (residuos orgánicos, vegetales o animales) son un buen ejemplo».
Cierto. Los purines, empleados para abonar los campos, por ejemplo, son uno de los principales focos de contaminación del agua en las zonas rurales, pero ello sólo significa que lo natural, manipulado y usado de modos poco convenientes, también puede ser perjudicial para el medioambiente. ¿O acaso el plutonio o el uranio de las centrales nucleares no son «naturales»? Los productos orgánicos no sólo garantizan el empleo de métodos y productos naturales en su elaboración, sino también un uso racional y sostenible de los mismos.
5. Son más sabrosos
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La realidad: los alimentos orgánicos tienen un sabor único y genuino, que es incomparable al de otros alimentos de procedencia industrial, los cuales son tratados con aditivos y conservantes que les pueden llegar a cambiar el sabor.
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El mito: «Los alimentos orgánicos se conservan peor». Un producto orgánico se conserva lo que debe conservarse según sus propiedades naturales; ni más ni menos.
Si los sometemos a procesos artesanales de conservación (ahumado, secado, entre otros), no tienen por qué durar menos que los no orgánicos. Aunque a veces puedan resultar algo más caros que los convencionales, los productos orgánicos aportan muchos más beneficios de lo que cuesta adquirirlos.
Como ves, existen muchos mitos sobre los alimentos y productos orgánicos. Es importante que accedas a la información correcta para que puedas estar al tanto de sus beneficios y llevarlos a tu mesa en platos y recetas sanas. A la vez, no te olvides que al hacerlo estarás contribuyendo a la conservación del planeta.